Hija pródiga de esa localidad de Coatepec, mujer encantadora que siempre tenía una sonrisa para sus clientes, siempre ubicada en la calle de Miguel Lerdo justamente junto a conocida farmacia, desde las 9:00 hasta las 11.30 vendía sus limones Rosita Calte Ochoa.
Este día salió de su humilde hogar sin su cubeta cargada de limones, con destino a su última morada.
Fue en la Iglesia San Juan Bautista donde el Padre José Guadalupe ofició la misa de cuerpo presente, donde se dieron cita familiares y amigos para acompañarla y pedir por su Eterno Descanso.
Después se trasladó al cementerio para darle cristiana sepultura y darle el último adiós, la tristeza invadió a cada uno de los presentes, quienes la conocimos y tratamos sin duda que deja un hueco enorme en nosotros.
Al inicio los paraguas servían para taparse el sol, sin embargo cuando se estaba llevando a cabo la introducción del ataúd al lugar donde quedaría finamente, se vino un aguacero, para que renazca decían las voces ahi reunidas.
Sus mascotas que tenía la acompañaron también, las que siempre la llevaban al portón donde ella día a día esperaba su autobús con rumbo a Coatepec.
Adiós Rosita Calte Ochoa, gracias por los buenos momentos compartidos, gracias por las lecciones de vida y ese gran ejemplo de subsistencia.