- La intolerancia a los grupos que piensan distinto de los que tienen el poder y por la mentira para conseguir los intereses personales es el riesgo que se enfrenta.
Irineo Pérez Melo.- A pesar de las adversidades que estamos enfrentando en todo México y en el estado de Veracruz, la autoridad política debe garantizar la vida ordenada y recta de la comunidad, y unir a todos los ciudadanos en un proyecto de unidad nacional y desarrollo integral.
Lo anterior se informa en el comunicado dominical emitido por la oficina de Comunicación Social del Arzobispado de Xalapa, en donde se destaca que la vida social y política del país enfrenta grandes y diversos desafíos, pero ello no debe anular ni borrar la esperanza de tener buenos políticos que impulsen la participación responsable de todos para el bien y la paz social.
Se destaca en el documento que una nación o gobierno sin la fuerza del reconocimiento de la dignidad de la persona, el deseo de la justicia y la paz social, y la permanente búsqueda del bien común puede degenerar en una entidad caracterizada por el rechazo de los más necesitados, por la intolerancia a los grupos que piensan distinto de los que tienen el poder y por la mentira para conseguir los intereses personales.
Por estos peligros constantes de la vida política antes mencionados, es necesaria una autoridad política que de verdad sea un componente positivo e insustituible de la convivencia civil, se subraya en el comunicado signado por el presbítero Juan Beristaín de los Santos.
La esperanza de una verdadera autoridad política para unir a todos los ciudadanos en un proyecto de unidad nacional y desarrollo integral debe ser alimentada con la participación responsable de todos los ciudadanos, a pesar de las adversidades que estamos enfrentando en todo México y el estado de Veracruz, refiere.
Y se recuerda que la Doctrina Social de la Iglesia presenta con suficiente claridad los rasgos ideales de los gobernantes que debemos esperar en aquellos que tiene la responsabilidad de dirigir los destinos de la nación mexicana:
“La autoridad política debe garantizar la vida ordenada y recta de la comunidad, sin suplantar la libre actividad de las personas y de los grupos, sino disciplinándola y orientándola hacia la realización del bien común, respetando y tutelando la independencia de los sujetos individuales y sociales” (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, número 394).
La esperanza de una vida democrática nunca muere si todos actuamos diaria y responsablemente por el bien de México, se indica por último.