Veracruz y Xalapa, sedes de foros para integrar Plan Nacional de Desarrollo
Leer másGilberto Nieto Aguilar
Muchas personas establecen metas para el Año Nuevo. Algunas hasta llegan a preparar agendas con actividades y tiempos. Otras más pregonan entre sus amistades y familiares que “ahora sí” están dispuestas a sacrificarse para lograr tal o cual objetivo. Lo cierto es que, fuera del encanto y el romanticismo propio de la temporada de Año Nuevo, al correr de las semanas no vuelven a recordar sus propósitos. Para cambiar o mejorar algo deseado, no importa el día del año: lo que importa es la intención y sinceridad con que la persona desea ese cambio.
Para lograr metas importantes y cambiar el estilo de vida actual hay que estar abierto a las posibilidades. Contestar cuestiones importantes como ¿qué haré con el resto de mi vida? ¿Tendré la suficiente voluntad o estaré siempre sujeto a fuerzas externas y al azar? Hay que estar conscientes de que mientras se siga haciendo lo mismo, se obtendrán los mismos resultados. No habrá cambio alguno.
Desear, como un simple anhelo, no sirve para nada si no se acompaña con las acciones necesarias para convertir el anhelo en una realidad. Hay que estar dispuesto a hacer lo que se tenga que hacer para lograrlo, siempre y cuando se consideren ciertos factores, valores y aspectos que pueden ayudar a clarificar acciones, vencer obstáculos y no extraviarse por los nuevos senderos a seguir.
Entre los factores a tomar en cuenta para lograr metas y propósitos está el gran potencial que toda persona tiene y que puede aprovechar en beneficio propio. Analizarse a sí mismo para entenderse mejor y lograr un mayor conocimiento de sí. Definir lo valores que considera importantes, la visión que tiene de la vida para establecer qué quiere cambiar, qué le hace ruido, qué le molesta de sí mismo y trazar unas metas que no perjudiquen a terceros (cónyuge, hijos, familiares o amigos) sino más bien los incluya.
Quizá los aspectos determinantes que nos señalan la necesidad de cambios, son el emocional, que se refiere al equilibrio de sentimientos y emociones que le impulsan al cambio, la conducta asertiva, la autoestima. El aspecto social que abarca la forma de desenvolverse y relacionarse con los demás, no sólo con la familia y el círculo de amigos.
Lo ocupacional, identificando cómo se siente en su trabajo, qué hace, cómo dispone del tiempo libre, cómo maneja las relaciones laborales. Lo económico, que en estos tiempos difíciles es muy importante pero que con la definición de los otros aspectos puede quedar resuelto. La dimensión corporal referida al cuidado del cuerpo, al consumo adecuado de alimentos, al ejercicio, la ingestión de medicamentos y tóxicos dañinos.
Lo mental, haciendo una revisión de lo que ingresa en la mente a través de la lectura, la televisión, el Internet, las redes sociales, la pornografía y la manera propia de pensar sobre las cosas, sobre las demás personas y sobre sí mismo. El cultivo del aspecto intelectual, a través de la selección de lecturas, mantenerse informado, sostener una criterio propio y el amor por la cultura en general como concientizadora del ser humano.
El área espiritual, que no tiene por qué verse bajo ningún criterio religioso, sino como la combinación de los valores y el deseo de trascendencia de la esencia humana, como la combinación de la bondad, el amor y la inteligencia para mejorar la calidad de vida propia y de terceros, aceptando que la existencia tiene un significado y que la ética vale la pena para que todos podamos vivir mejor.
Qué genial sería que cada uno de nosotros tuviésemos este año el propósito de combatir la corrupción y la falta de ética en el quehacer humano. Los gobernantes se verían obligados a recordar cuando fueron ciudadanos comunes que creyeron posible hacer las cosas bien. Y el ciudadano de a pie esforzarse por entender la vida social y la importancia del bien común para luchar por él y exigir su respeto.
gnietoa@hotmail.com