Pese a emergencia por las lluvias en la región, no ha habido necesidad de utilizar albergues del DIF Xalapa
Leer másGilberto Nieto Aguilar
En los días de la semana santa fuimos en familia a comer a Acajete. Las hermosas vistas que nos ofrecía la ubicación del restaurante fue motivo de varios comentarios alegres y positivos, pero al comenzar la historia sobre cómo recordamos esos mismos bosques en los años sesenta y setenta, llegó un poco de nostalgia. Como es natural, el clima de Xalapa y lo mucho que ha cambiado en los últimos 50 años no podía quedar fuera de la plática.
Siempre hay mucho para comentar cuando se habla del cambio climático y los efectos en los ecosistemas y el medio ambiente en general. El domingo pasado, 22 de junio, organizaciones como la UNESCO, PNUMA y WWF impulsaron la celebración de los bosques tropicales y el 28 del mismo mes promoverán la preservación de tales bosques tropicales, que tanta falta hacen para mantener el equilibrio climático y biológico del planeta.
Los bosques tropicales son fundamentales para la regulación del clima, la absorción del dióxido de carbono, la conservación de la biodiversidad y la vida cotidiana, puesto que los bosques son pilares para la seguridad alimentaria y la nutrición mundial, además del sustento de millones de familias. Proveen frutos, semillas, raíces, carne silvestre, albergan polinizadores, proporcionan oxígeno y humedad que recicla la lluvia.
Estos ecosistemas, además de hermosos y con grandes riquezas naturales, son imprescindibles para la vida humana. Pero están en peligro. De marzo a la fecha, las Naciones Unidas han desplegado una gran actividad buscando concientizar y promover la preservación de todo tipo de bosques reafirmando los Objetivos Forestales Mundiales y la cooperación forestal internacional. Cada año se pierden 10 millones de hectáreas a causa de la deforestación y el mal uso del suelo, así como otras tantas hectáreas que se pierden por los incendios.
Proteger y restaurar los bosques es urgente. Son tesoros naturales de los que depende en gran medida el bienestar del planeta y de las generaciones futuras. Insistimos de manera incansable que la tala inmoderada, los incendios y la deforestación provocadas por la expansión agrícola y la urbanización, agravan el cambio climático y amenazan la biodiversidad desapareciendo numerosas especies de animales y plantas, mantos húmedos que alimentan cuencas hidrográficas, equilibrio en los diversos ecosistemas y provocan alteraciones en el comportamiento climático durante las estaciones del año.
La situación se vuelve crítica y es necesario buscar alternativas ahora que aún se puede. Por ejemplo, fortalecer la educación ambiental, promover la conciencia de la importancia de cuidar la vida en el planeta, crear sistemas alimentarios sostenibles que no dependan de la deforestación, un mayor equilibrio en la urbanización y las áreas verdes, desarrollo agrícola sustentable, el cuidado para no provocar incendios, la cultura del reciclaje, manejo y reducción de plásticos, uso racionado de productos de madera, reducción del consumo de carne y otras medidas más que requieren el compromiso de las personas con su medio ambiente.
Al hablar de las formas de movilidad, alimentación, economía verde y energía, es común que las personas no quieran sacrificar costumbres comodinas, cambiar hábitos ni adquirir una cultura del cuidado y la preservación del ambiente. Pero así como señalamos las responsabilidades que competen a los gobiernos en los tres niveles, los ciudadanos también tenemos mucho qué hacer. Todos juntos tenemos la obligación de cuidar de la mejor manera posible nuestro hábitat inmediato y el de la gran aldea planetaria, que es el hogar de la humanidad.
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