La Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación recibió de la UNAM la Cuenta Anual 2024
Leer más«Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes»,
escribió Isaac Newton en una carta dirigida a Robert Hooke en 1675. El mundo
occidental (Europa y Norteamérica, principalmente) desde el siglo XVIII ha
caminado a hombros de gigantes, con un amplio horizonte que ha permitido
lentamente al hombre común (como usted o como yo) ir avanzando, cambiando y
rompiendo varios paradigmas y esquemas fuertemente arraigados, a través de
una serie de pequeños progresos que se alzan sobre los alcanzados con
antelación.
Bajo esta idea, hacemos alusión a las obras del mismo título (“A hombros de
gigantes”) escritas por dos grandes genialidades contemporáneas: Umberto Eco y
Stephen W. Hawking, ambos fallecidos recientemente (2016 y 2018,
respectivamente). Vale la pena mencionar que Umberto Eco, en su obra póstuma,
dice que el aforismo de enanos y gigantes es bastante antiguo y utilizado en
diversas formas desde el siglo XII (y aun antes) hasta Ortega y Gasset en su
ensayo “En torno a Galileo” y Robert Merton en su libro “On the Shoulders of
Giants” escrito en 1965. En su primera conferencia que da título al libro, su sentido
es muy amplio y muy profundo y nos lleva por diversos vericuetos intelectuales y
de gran erudición.
Más adelante, Eco dice que «las grandes revoluciones copernicanas del siglo XIX
se remiten siempre a gigantes anteriores». Kant necesita a Hume; los románticos
redescubren las brumas, el amor y los castillos medievales evocando a los
caballeros andantes; Hegel, lo nuevo frente a lo antiguo; Marx relee toda la historia
del pensamiento humano; Darwin escoge como gigantes a los grandes simios
antropomórficos. Los comunistas, en su momento, subieron a hombros de Marx,
Lenin o Mao.
Eco piensa que los enanos avanzamos a hombros de gigantes para ver más lejos
en el basto horizonte del saber y de la interpretación de la vida. Del ser y del
hacer, del entender para modificarnos y mejorar nuestra condición humana. A
hombros de gigantes, como una simple frase, significa, cuando menos, 2,500 años
de avances, de esfuerzos de gigantes por desentrañar al mundo para nosotros.
Con todos los altibajos, con las mezclas geográficas que difieren tanto o más que
las razas, las creencias y religiones, los tiempos perdidos, el oscurantismo, los
horrores de la intolerancia, las hambrunas, la peste, las epidemias y la guerra
entre los pueblos.
Hoy son tiempos de crisis radical del progreso, de dudas sobre la existencia
misma de un mañana promisorio y de la obsesión identitaria que coloca a las
utopías en el pasado, cuando las necesitamos con urgencia en el presente.
Todavía despertamos con pesadillas extrañas, rodeados de alambre de púas, con
enormes nubes en forma de hongo, sonidos de metrallas y cañones, gritos de
angustia, enfermedades desconocidas e incontrolables, visiones de niños
muriendo de hambre. ¿Son pesadillas? ¿Son sueños de males creados por el
hombre que se reflejan desde el subconsciente?
La lucha desde el comienzo de la humanidad ha sido feroz. En nuestra época nos
llena de orgullo el progreso alcanzado, pero la trascendencia de la tecnología que
invade por completo los ámbitos del saber y el quehacer humanos, debe
cuestionarse preguntándose hasta dónde limita el libre desarrollo de la vida y
hasta dónde el hombre la pervierte. Estamos en el umbral de la inteligencia
artificial, y el papel de la naturaleza y la inteligencia humana se cuestionan. Falta
preguntarse si estas formas de progreso no han rebasado las posibilidades
humanas y se vuelven contra nosotros; si resisten un análisis profundo de las
consecuencias no deseadas. Las voces de los gigantes no deben perderse en el
barullo insolente e insustancial de las redes sociales.
gilnietoa@hotmail.com