Artículo de Opinión 07/Dic./2022 - 8:21 am

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El destino se decide diariamente

Cómo podrá la humanidad protegerse de una posible guerra nuclear, si no hay
reglas claras ni medidas precisas que detengan la ambición de algún loco
gobernante. Cómo detener la contaminación y sus efectos nocivos si no somos
capaces de exigir la atención a los gobiernos del mundo, ni renunciar a ciertas
comodidades, ni comprometernos a cambiar los hábitos que propician dicha
contaminación.
Como sociedad, nos falta participar de manera informada con mayor entusiasmo,
y no dejar que el mundo ruede mientras no falte el pan en la casa. Lo que ocurre
alrededor nos afecta a todos. Y es de suma importancia informarnos para dejar de
lado las actitudes confundidas, agresivas, injustificadas, sin ética, egoístas, y de
poco interés por lograr una participación ciudadana que realmente pueda
transformar el entorno.
¿Cómo podemos participar en este mundo que hemos creado entre todos, si no lo
entendemos lo suficiente? Es claro que ninguna persona puede aprehenderlo
todo, aunque tenga demasiada comunicación a su disposición. No hemos
aprendido a procesar tanta información, a convertirla en conocimiento que nos
haga comprender. No sabemos si hemos participado y cómo en la creación de
este mundo, o si sólo somos espectadores que se dejan llevar por la marea
humana.
Vemos por todas partes a pobres, indigentes, marginados y estigmatizados por la
colectividad, y no pensamos si en nosotros recae alguna responsabilidad. En una
sociedad injusta, hay mucho por hacer. Todos los pobres del mundo, los que
mueren de hambre, sin techo, sin vestido, viviendo a la intemperie, son obligación
deontológica de la sociedad y substancial razón de ser y de existir del gobierno.
Una, exigiendo y asumiendo el compromiso social de participar por una sociedad
más igualitaria; el otro, creando más oportunidades de progreso y desarrollo para
todos.
En una sociedad más igualitaria y justa todos vivirían mejor. Los gobiernos del
mundo son compromiso de los pueblos. Ya no hay gobernantes divinos que el
pueblo adore por designio de Dios. Ahora, respetando las reglas de la democracia,
el pueblo los elige por medio de leyes que deben ser respetadas para darles
validez. Si el pueblo consciente los caprichos del gobernante en turno, el pueblo
será responsable de los desatinos y abusos que se cometan.
En los últimos siglos, nos dice Yuval Noah Harari, el pensamiento liberal desarrolló
una confianza inmensa en el individuo racional. La democracia se fundamenta en

la idea de que el ciudadano que deposita su voto, es completamente racional,
analítico, informado de una realidad social en la que vive e interactúa con los
demás conciudadanos. (“21 lecciones para el siglo XXI”, Debate, México, 2019)
Sin embargo, los expertos en economía conductual y los psicólogos evolutivos
?dice el autor en la misma página 241? han demostrado que las decisiones
humanas preferentemente se basan en reacciones emocionales más que en
análisis racionales e informados. Y las redes sociales y los líderes del mundo
?digo yo? juegan con esas emociones para obtener la atención, el apego y
garantizar que hagan lo que a ellos conviene. Un círculo difícil de romper, que se
alimenta de la ignorancia y pasividad de la gente.
Muchos países están dominados por tiranos. En los estados más avanzados,
todavía existen personas que padecen hambre y pobreza. La violencia y la
opresión se adueñan de extensos territorios y los derechos humanos, la libertad y
el humanismo suenan a burla cuando son pronunciados. Es muy lento el progreso
en la evolución de la humanidad y es bastante el camino por recorrer, a pesar de
que en los últimos siglos se han logrado saltos sorprendentes.

gnietoa@hotmail.com

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